De cómo un obispo fundó una de las más respetadas "sketae" de Rumanía
La vida monacal en la Skete Pocrov del obispo Pacomio consistió, desde su mismo inicio, en una práctica eremítica total, en un silencio permanente, en ayuno y oración incesante.
En 1714, el obispo Pacomio, sintiéndose enfermo y añorando la vida espiritual de antes, se apartó de su función y se retiró a la amada soledad, en el Monte Chiriacu, hogar de muchos ascetas experimentados. Ahí, orando todo el tiempo a nuestro Señor Jesucristo y velando noches enteras, edificó en un claro una pequeña iglesia de madera dedicada a la Dormición de la Madre del Señor. Después, construyó algunas celdas y reunió a su alrededor unos 30 eremitas. Posteriormente, estableció una serie de disposiciones encaminadas a fundar un pequeño cenobio con una vida monacal ascética más severa que en los demás monasterios de Moldova, ordenando, además, que el Monasterio Neamţ no interviniera jamás en los asuntos de la Skete Pocrov.
Así, la vida monacal en la Skete Pocrov del obispo Pacomio consistió, desde su mismo inicio, en una práctica eremítica total, en un silencio permanente, en ayuno y oración incesante. Cinco días a la semana se comía una sola vez durante toda la jornada, sin vino y sin aceite, y los sábados y los domigos se permitía consumir aceite, queso, huevos, leche y vino. Durante la Gran Cuaresma y en los días de la semana, los monjes, especialmente los esquema-monjes, tenían permiso para retirarse al bosque, a sus respectivas cabañas, para orar a Dios en soledad. Cada madrugada, los monjes se reunían en la iglesia al escuchar el tañido de las campanas, y cada domingo comulgaban todos y comían juntos en el comedor del monasterio. Los más ancianos y experimentados descendían a la skete solamente una vez a la semana, en tanto que los novicios vivían un tiempo en comunidad, y después se retiraban al bosque. Para despertar a los monjes y llamarlos a los Maitines, había una campana en el Monte Chiriacu, todo el tiempo a cargo de un monje.
Estas disposiciones fueron guardadas con santidad durante casi un siglo, porque ni siquiera el Venerable Paisos intentó cambiarlas, debido a que no había un cenobio igual en toda Moldova. Luego, cuando la Skete Pocrov pasó a ser administrada por el Monasterio Neamţ, adoptó las disposiciones de la laura principal.
La skete del beato obispo Pacomio se convirtió, en un tiempo relativamente corto, en la más insigne de Moldova. Tanto en la skete como en las zonas boscosas del Monte Chiriacu, moraban muchos venerables ascetas, de los cuales algunos eran conocidos por su ayuno, o por ser exorcistas o taumaturgos; otros eran reputados padres espirituales, practicantes de la “Oración de Jesús” y grandes mentores; otros tenían el don de las lágrimas y vivían en silencio y humildad, sin descender jamás a la ermita, hasta que morían y eran enterrados. A estos venerables acudían muchos enfermos de los poblados vecinos y, con el don de Dios, sanaban de sus padecimientos.
(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Patericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 256-257)