De cómo una pequeña oración abre nuestro corazón ante Dios
Cuando la oración es realizada con humildad y se le acompaña de la labor del discernimiento y la lucidez espiritual, consigue que la mente descienda al corazón.
Al practicar la “Oración de Jesús”, por medio de la invocación del Nombre del Señor, el creyente permanece en la presencia viva del Dios-Persona, Cuya energía rebosa sobre el corazón del hombre, hasta transformarlo por completo: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!”.
Cuando la oración es realizada con humildad y se le acompaña de la labor del discernimiento y la lucidez espiritual, consigue que la mente descienda al corazón, suscitando en su interior el sentimiento maravilloso y totalmente sobrenatural de la presencia de su amado Dios.
(Traducido de: Arhimandritul Zaharia Zaharou, Omul cel tainic al inimii, Editura Basilica, București, p. 19)