De dónde viene la bondad del hombre
La bondad es la expresión del ser renacido y de la presencia del espíritu vivo en nosotros: es un signo de nuestro origen fuera de este mundo.
Ser bueno es algo que está en la naturaleza humana; la bondad no es algo extraño al ser humano, sino que es algo que está dentro de nosotros, como seres espirituales. La bondad es inherente al hombre como criatura de Dios. El hombre puede ganar o perder, es decir, se puede envilecer o puede hacerse más bueno; el hombre puede ganar o perder, según sea el camino que siga.
La bondad no puede venir de la nada y tampoco de la oscuridad de nuestros seres pecadores. La bondad es la expresión del ser renacido y de la presencia del espíritu vivo en nosotros: es un signo de nuestro origen fuera de este mundo.
Ya que el hombre es de Dios, en su interior pervive la bondad. El Dios vivo que mora en nuestras almas nos enmienda y hace posible la bondad. El hombre conoce dicho estado interior, solamente cuando avanza por el camino de la verdad. Con la bondad, el hombre es más humano y sigue la huella de los pasos de Jesús.
La bondad no puede ser aparente, es decir que no puede existir solamente en determinados gestos nuestros. La bondad no puede ser un estado del hombre político, del hombre social, porque es un estado del hombre-espíritu. Nuestra vida en comunidad tiene muchos ornamentos: vivimos demasiado por medio de “gestos” y muy poco con actitudes interiores. Si nuestra mano no está unida a nuestro corazón, cualquier sentido, cualquier contenido desaparece. Lo mismo sucede con la bondad: en su lugar viene la hipocresía. Alguien puede respetar la ley según sus requerimientos, pero esto no demuestra que sea una buena persona.
(Traducido de: Ernest Bernea, Îndemn la simplitate, Editura Anastasia, 1995, pp. 100-101)