De la desobediencia al padre espiritual
Al día siguiente, inesperadamente, vio llegar a su hermana, sana y salva, quien venía a visitarla, trayéndole un cesto con pan y dos botellas de leche.
Un día, en tiempos de guerra, la madre M. vino a buscar al padre Lorenzo para pedirle su bendición para celebrar los funerales de su hermana, la cual vivía en una ciudad destruida por los alemanes, y a quien creía muerta en algún bombardeo. Después de escucharla, el padre le preguntó:
—¿Te ayudaba ella con algo?
—Sí, padre. Siempre me traía leche y pan.
—¡Entonces, no arderá en el fuego y no se ahogará en el agua!
Pero la monja insistió, pidiendo la bendición del padre para la realización de los oficios litúrgicos del entierro.
—¡Ve con Dios! Ya te respondí lo que tenía que responderte. Ahora, déjame seguir con mis asuntos.
Y siguió trabajando en lo suyo.
Con todo, la monja no confiaba totalmente en las palabras del padre, así que fue a buscar a otro sacerdote, quien sí le dio su bendición. Entonces, la monja hizo todo lo necesario para el entierro, pero ¡oh sorpresa!, al día siguiente, inesperadamente, vio llegar a su hermana, sana y salva, quien venía a visitarla, trayéndole un cesto con pan y dos botellas de leche.
El padre Lorenzo se enfadó fuertemente cuando se enteró de la desobediencia de la monja, y le dijo:
—¿Para qué vienen a preguntarme cosas, si al final cada uno hace lo que le apetece?
(Traducido de: Sfântul Lavrentie de la Cernigov, Viaţa, învăţăturile şi minunile făcute de Dumnezeu prin acest mare Părinte, Editura Credinţa strămoşească, 2003, p. 35)