Palabras de espiritualidad

De la estancia de la Madre de Dios en el Santo de los Santos

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La Madre del Señor se hizo prototipo y modelo de cualquier forma de vida hesicasta y asceta, “viviendo solamente en Dios, vista solamente por Dios, alimentada por Dios, cuidada por Dios…”.

La Fiesta de la Presentación de la Madre del Señor en el Templo (llamada también Vovidenia, que significa “entrada”, en eslavo) puede tener como origen histórico el momento en el que el emperador Justiniano hizo construir en Jerusalén, junto a las ruinas del templo, una iglesia que fue bendecida el 20 de noviembre de 543. Así, el día siguiente, es decir, el 21, habría sido consagrado como fiesta patronal de la iglesia que conmemoraba el momento de la entrada en el tempolo (de la Theotokos).

1) ¿Cómo es correcto decir: “entrada en el templo” o “entrada en la iglesia” de la Madre del Señor?

Categórica, litúrgica y teológicamente, lo correcto es decir: “entrada en la iglesia”, El antiguo templo judaico es una prefiguración de la iglesia cristiana. La Virgen María deviene, así, en “iglesia viva”, un “Santo de los Santos” y “santuario” o “arca de oro” (en la cual se conservaba el maná celestial), porque llevará en su vientre al Mismísimo Hijo de Dios: “La Santa de los Santos eterna entró en el Santo de los Santos. Entró el tabernáculo de la Palabra no hecha por manos humanas, el arca racional e insuflada del Pan de vida que verdaderamente nos fue enviado del Cielo” (San Gregorio Palamás).

2) ¿Qué momento fue elegido para ser presentada en el templo?

Lo más probable es que entonces fuera el Día de la Purificación, el único día del año en el que el prelado podía entrar en el Sanctasantórum (Levítico 16, 28-34). La pequeña María fue llevada por sus padres, los santos Joaquín y Ana. El ritual vigente entonces requería que cada fiel recitara un salmo en cada peldaño del templo. Cada uno de esos 15 salmos (del 119 al 133) establecidos para esos 15 peldaños sigue llevando el nombre de “cántico de los peldaños” (lo podemos ver en la katisma XVIII del Salterio). A la Virgen María la ayudaron a subir solamente el primer peldaño, y los otros los hizo ella sola, sin detenerse, “como si volara”, hasta llegar al templo.

3) ¿A qué edad entró la Madre del Señor en el templo y cuánto tiempo permaneció ahí?

Si hay unanimidad en lo que respecta al hecho de que la Virgen María entró a la edad de tres años al templo, en lo que concierne al tiempo que estuvo en ese lugar hay disparidad de opiniones. Algunos sostienen que estuvo 12 años, es decir que salió a los 15, en tanto que otros dicen que estuvo hasta cumplir los 12 años, cuando empiezan a manifestarse los cambios naturales de la fisiología femenina: “Y la Purísima Virgen, en esos nueve años de recogimiento en el divino templo, recibió el alimento celestial de un ángel divino, habiéndosele llamado primero Madre del Dios de los ángeles. Pero, cuando llegó a la casta edad de los doce años, los sacerdotes consideraron oportuno apartarla del Santo de los Santos, suponiendo que, siendo una mujer joven, pronto habría de padecer lo que era propio de su naturaleza” (San Neófito “el Recluso” de Chipre).

Es posible que, para evocar el hecho de que la Virgen entró al templo a los tres años, Dios dispuso que esa festividad se celebrara en el tercer mes (es decir, noviembre, porque el año litúrgico comienza en septiembre), y en el octavo día del Ayuno de la Natividad del Señor (es decir, el 21 de noviembre, porque se cuenta también el día 15). Esa cifra “8” representa también el Día de la Resurrección, y el día sin ocaso del Reino.

4) ¿En dónde estuvo la Madre del Señor durante todos esos años?

Prácticamente, esta es la pregunta más importante de todas. Desafortunadamente, hay quienes siguen creyendo —sin mayor fundamento patrístico— que la Virgen María permaneció en el tempo con las demás vírgenes. Otros dicen que entró en el Sanctasantórum, a donde fue llevada por el profeta Zacarías, pero que después salió de ahí, volviendo en determinados momentos. Para ellos, sería anormal que una niña creciera totalmente aislada del mundo, sin comida, sin educación, etc. San Gregorio Palamás es categórico, argumentando en páginas enteras que la Virgen María estuvo desde los tres años solamente en el Santo de los Santos. “Los ángeles mismos no solamente la cubrían, sino que además le ayudaban y le servían lo que necesitara para alimentarse, lo cual no es posible describir. ¡Era tan milagrosamente sublime, que superaba incluso al maná y el alimento servido a Elías!”. La Madre del Señor se hace, así, prototipo y modelo de cualquier forma de vida hesicasta y asceta, “viviendo solamente en Dios, vista solamente por Dios, alimentada por Dios, cuidada por Dios, Quien habría de morar entre nosotros por medio de ella, e inefablemeblemente viéndolo ella a Él, haciéndolo su propio alimento y aferrándose a Él sin cesar”.

También el Santo Profeta Juan el Bautista vivió solo en el desierto, después de la muerte de su madre, Isabel, y así creció hasta que se mostró públicamente. San Gregorio Palamás demuestra, por analogía, que, si el Sanctasantórum era accesible solamente una vez al año para el jerarca, con mayor razón aquella que habría de hacerse la Santa de los Santos tenía que ser guardada de los ojos de todos. “Porque, si el Sanctasantórum estaba vedado para los ojos de todos (…) ¿cómo, entonces, la mesa en la que se gozaban los ángeles, el huerto del retoño siempre verde, o mejor dicho, eterno, el altar universal para la reconciliación de toda la humanidad, en donde una sola vez entró el más divino Jerarca, el único que es para nosotros —como dice el apóstol—, y en el cual Dios se unió por completo con los hombres, cómo este tesoro de castidad no habría de ser cuidado en lo secreto, llevando una vida velada para los demás?”.