De la forma en que debemos practicar la “Oración de Jesús”
El Piadosísimo Gregorio el Sinaíta dice: “Los árboles que son sembrados y vueltos a sembrar en distintos lugares, jamás podrán echar raíces”.
La “Oración de Jesús” se hace así: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”. Al comienzo, esta oración se repetía sin agregar la palabra “pecador”, que fue insertada mucho más tarde. Esta palabra, que compnrende el reconocimiento y la confesión de la caída —como dice el Venerable Nilo Sorsky— se nos adecua completamente y es agradable a Dios, Quien nos ordenó que le eleváramos nuestras plegarias con agradecimiento y reconociendo nuestro estado de pecadores. En el caso de los principiantes, adaptándose a su debilidad, los Padres permiten separar la oración en dos mitades, diciendo algunas veces: “Señor Jesucristo, ten piedad de mí, pecador”, y otras, “Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”. Sin embargo, esta es solamente una licencia, una concesión, nunca un mandamiento o una disposición que deba cumplirse a rajatabla. Es mejor hacer la oración completa, sin distraernos pensando que debemos partirla a la mitad. Y aquel a quien se le haya permitido hacerlo, debe intentarlo con la menor frecuencia posible. Por ejemplo, puedes practicar una mitad de la oración hasta el mediodía, y la otra, después de almuerzo. Buscando cómo detener esos cambios frecuentes entre “mitades”, el Piadosísimo Gregorio el Sinaíta dice: “Los árboles que son sembrados y vueltos a sembrar en distintos lugares, jamás podrán echar raíces”
(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, Călăuza rugătoare. Izbăvirea de durerile ostenelilor zadarnice, Editura Sophia, pp. 29-30)