Palabras de espiritualidad

De la generosidad de un archidiácono hacia los niños y los estudiantes pobres

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Muchos de sus hijos espirituales contaban cómo, cuando el padre recibía su salario, al salir de la oficina de contabilidad y volver a su celda, encontraba a varios niños y jóvenes esperándolo. Porque entre ellos corría la voz: “¡Vamos a la Metropolía, porque hoy recibe su salario el padre Barlaam!”. Y no pocos de ellos llegaron a ser verdaderas eminencias en su campo de estudio, gracias al apoyo económico del padre Barlaam.

Una gran virtud del padre Barlaam Arghirescu era la caridad que practicaba. Siguiendo el ejemplo del gran metropolitano José de Iaşi, repartía todo lo que tenía entre los pobres, las viudas y los niños. Así era como gastaba todo su salario. Por eso, siempre terminaba pidiendo prestado para cubrir sus propias necesidades. Pero, sin duda, los principales beneficiados de su generosidad eran los niños y los estudiantes pobres de la ciudad de Iaşi. Todos los días había una fila de niños y jóvenes esperando entrar a hablar con él, para pedirle una ayuda para sufragar los gastos propios de la escuela o la universidad, como la renta, libros de texto, cuadernos, ropa, etc. Y el padre recibía a cada uno de ellos con afabilidad, dirigiéndole una primera pregunta: 

—¿Cuánto dinero necesitas, hijo? 

—Cien lei¸ padre. 

—Toma, aquí está. Déjame tu factura. 

—Padre, ¿y cuándo le tengo que devolver este dinero? 

—Tú no te preocupes por eso. Si lo necesito, te lo diré. Lo bueno es que me dejaste la factura.

Pero nunca más pedía de vuelta ese dinero.

Muchos de sus hijos espirituales contaban cómo, cuando el padre recibía su salario, al salir de la oficina de contabilidad y volver a su celda, encontraba a varios niños y jóvenes esperándolo. Porque entre ellos corría la voz: 

—¡Vamos a la Metropolía, porque hoy recibe su salario el padre Barlaam! 

Y no pocos de ellos llegaron a ser verdaderas eminencias en su campo de estudio, gracias al apoyo económico del padre Barlaam.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 544)