De la relación personal con nuestro Creador
El padre insistía mucho en ese punto: lo que sucede entre tú y Dios es un misterio que no tienes derecho a revelar.
En general, al padre Antonio no le gustaba hablar de lo que entendemos como misterio. Una vez, después de confesarme, quise contarle otras cosas que pasaban en mi interior. Pero él me interrumpió inmediatamente, diciendo: “Eso es algo que debe quedar entre tú y Dios, son cosas que yo no tengo por qué conocer”. Y, en verdad, insistía mucho en ese punto: lo que sucede entre tú y Dios es un misterio que no tienes derecho a revelar. (Con el confesor) se puede hablar de nuestros pecados, de algo concreto, pero sin renunciar a la intimidad de la relación personal con Dios.
Su última carta, en la que me relataba que “ahora que entiendo en qué consiste el misterio del silencio contemplativo, puedo cerrar los ojos y morir”, es muy reveladora en lo que respecta a su personalidad… A los demás no les interesaba su aparente simplicidad, mientras él cultivaba una riquísima vida interior que había alcanzado lo esencial. Su sobriedad al hablar, en sus gestos, su mismo silencio… todo eso era una puerta abierta a la serenidad de la contemplación.
(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Făcând din viață rugăciune, Editura Sofia, p. 29)