Palabras de espiritualidad

De la vida de San Paisos Velichkovsky en el Monasterio Neamţ

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Confesad vuestros pensamientos con regularidad, para desvanecer cualquier tentación del demonio. Leed también los textos de los Santos Padres, porque iluminan la mente del hombre y aumentan la devoción por los mandamientos del Señor. Os aseguro que solamente con la fe, sin obras, no es posible salvarse.”

El stárets Paisos era muy piadoso. Cuando los ejércitos extranjeros invadieron Bucovina, muchas familias campesinas se refugiaron en los bosques que rodean al Monasterio Dragomirna. Al llegar el invierno, el stárets les pidió a los monjes que dejaran libre la mitad del monasterio, para poder alojar a todas esas familias en penuria. También puso a su disposición el comedor grande, que era el salón más caliente y acogedor de todo el monasterio. Además, ordenó que se les sirviera toda la comida que necesitaran. De la cocina y el horno del monasterio salían viandas y pan caliente casi sin interrupción. De esta forma, el stárets Paisos se hizo el padre de todos, salvando a decenas de hombres, mujeres, niños y niñas de la muerte.

Cuando le tocó dirigir el Monasterio Secu, el padre Paisos mantuvo una abundante correspondencia con sus hijos espirituales del Monasterio Dragomirna. Veamos algunos de los consejos que quedaron consignados en sus paternales misivas: “Manteneos siempre alerta y dispuestos al arrepentimiento. Huid del palabrerío, porque este lleva a la muerte del alma. No vayáis de celda en celda sin la bendición de vuestro padre espiritual. Confesad vuestros pensamientos con regularidad, para desvanecer cualquier tentación del demonio. Leed también los textos de los Santos Padres, porque iluminan la mente del hombre y aumentan la devoción por los mandamientos del Señor. Os aseguro que solamente con la fe, sin obras, no es posible salvarse.

Que cada uno, según sus posibilidades, participe en los trabajos que implica la vida en comunidad. No os juntéis a las puertas del monasterio para hablar simples trivialidades. En donde hay perseverancia, allí fulge también la luz, allí se muestra la paz, allí el demonio no encuentra su lugar, de allí huyen las pasiones, Por el contrario, en donde no hay perseverancia, todo se vuelve adverso. En lugar de reinar el bien, lo hace el mal; en vez de luz, lo que hay es oscuridad, en vez de Cristo, entra el maligno”.

Se decía que el stárets Paisos recibía diariamente en su celda, a toda hora, a los monjes que venían a hablarle de sus necesidades físicas y espirituales. Por eso, él les decía: “Si alguno de vosotros tiene alguna necesidad física o espiritual y no me lo hace saber, no tendré ninguna responsabilidad ante Dios por ello”.

Se contaba, además, que las ocupaciones filológicas del padre Paisos llegaron a la plenitud durante su estancia en el Monasterio Neamţ, en donde estableció una escuela para la formación de correctores y traductores de libros. Los manuscritos patrísticos manados de aquella escuela no sólo llenaron la biblioteca de dicho monasterio, sino que también empezaron a difundirse en el extranjero. “Así, el Monasterio Neamţ se convirtió en el centro y el faro del monaquismo ortodoxo, erigiéndose también en escuela de la vida eremita y de la cultura espiritual para todo el oriente ortodoxo”.

El venerable padre también era conocido por su amor a los enfermos. En el Monasterio Neamţ hizo construir un hospital y varias casas de huéspedes, poniendo al frente del sanatorio al monje Onosio. Este ordenó que se atendiera a los enfermos dignamente, como Dios manda, bañándolos al menos una vez por semana, sirviéndoles la mejor comida —incluyendo pan blanco y vino— y ofreciéndoes unas limpias instalaciones. Asimismo, el stárets dispuso que en el hospital fueran recibidos también los laicos que sufrieran de alguna dolencia y no tuvieran en dónde vivir. Estos ean albergados en celdas separadas, “con un comedor común, y con la posibilidad de quedarse todo el tiempo que quisieran; por eso, muchos se quedaban hasta morir”.

Cierto día, el stárets vio a un monje que caminaba por los jardines del monasterio, haciendo aspavientos y gesticulando extrañamente con las manos. Disgustado, llamó al padre espiritual de aquel monje y le dijo: “¿Así instruyes a tus discípulos? ¿No ves cómo este deambula sin otra ocupación más que inducir al pecado a los demás?”, y después les impuso a ambos, como canon de penitencia, que durante tres días hicieran un determinado número de postraciones en el comedor del monasterio, para que todos aprendieran de su error.

Muchos de sus discípulos contaban que lo veían velar continuamente al lado de los enfermos más graves, sufriendo y suspirando con ellos, consolándolos con la esperanza de la sanación y la salvación, y ofreciéndoles un gran alivio en su amargo dolor.

Se sabe también que una vez al año, desde conmemoración de la Dormición de la Madre de Dios y hasta el 30 de agosto, partía al Monasterio Secu, en donde entonces moraban unos cien monjes. Ahí se quedaba durante dos semanas, predicando y ayudando a los hermanos. Después de la fiesta patronal del monasterio, el día de la Decapitación de San Juan el Bautista, el venerable padre bendecía a todos y, acompañado por el repique de las campanas, regresaba al Monasterio Neamţ, en donde era esperado por toda la comunidad.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 304-306)