La desidia se manifiesta tanto física como espiritualmente. La desidia del cuerpo se manifiesta cuando perdemos el tiempo sin hacer nada, cuando nos dedicamos a placeres banales, como beber, jugar a las cartas, o hacer cualquier cosa sin ningún provecho. Por su parte, la desidia espiritual consta en el hecho de perder nuestro tiempo para la contrición, cometiendo distintos pecados. Si la dejadez física nos priva de alcanzar la riqueza material, la dejadez espiritual nos hace “ricos” en pasiones y vicios.

Esto es lo que dice el Santo Apóstol Pablo al respecto: “Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma” (II Tesalonicenses 3, 10). El remedio para la desidia es, entonces, el trabajo. El esfuerzo físico es provechoso para nuestra existencia física, en tanto que el esfuerzo espiritual es de gran importancia para llevar una vida interior correcta y para nuestra salvación.

(Traducido de: Arhimandrit Serafim Alexiev, Tâlcuire la Rugăciunea Sfântului Efrem Sirul, traducere din limba bulgară de Gheorghiță Ciocioi, Editura Sophia, București, 2011, p. 27)