De los temores infundados a la hora de comulgar
Ningún sacerdote se ha contagiado jamás con alguna enfermedad transmitida al comulgar. El Cuerpo y la Sangre del Señor son, efectivamente, “fuego”.
¡Hay cristianos que temen acercarse a comulgar, no sea que se contagien con algún microbio! Si fuera así, ya no habría ningún sacerdote vivo, porque ellos, al final de la Divina Liturgia, consumen todo el contenido del Santo Cáliz, del cual han comulgado antes multitudes de fieles, muchos de ellos enfermos. Con todo, ningún sacerdote se ha contagiado jamás con alguna enfermedad transmitida al comulgar. El Cuerpo y la Sangre del Señor son, efectivamente, “fuego”.
Uno de los muchos sucesos que demuestran incontestablemente esta verdad, es el siguiente:
El Metropolitano de Quíos (Grecia), Panteleimón Fostinis (1962), predicaba constantemente en Ática. En cierta ocasión tuvo que asistir al hospital “Sotiria". Estando ahí, las enfermeras le llevaron una bandeja grande, conteniendo cualquier número de cucharas.
—¿Para qué me traen esto? —preguntó él, asombrado.
—Dicen los doctores que utilice estas cucharas para darles la comunión a los enfermos, comenzando por los menos graves.
—¡No necesito nada de esto! ¡Tengo la Santa Labis*!
Y, en verdad, durante la Divina Liturgia les dio la comunión a todos los enfermos del hospital y después se acercó a las Puertas Hermosas para comulgar él también. Lo hizo para que todos lo vieran, para que los médicos entendieran que la Santa Eucaristía es un fuego que arde todo
* Cucharilla que se utiliza para impartir la Santa Comunión.
(Traducido de: Minuni și descoperiri din timpul Sfintei Liturghii, Ed. Egumenița, p. 123)