Vivir lo que sentimos
La Liturgia no es algo que se “sienta”. La verdad de la Liturgia es independiente de lo que sintamos o no.
“¡Qué bien me sentí hoy en la Liturgia!”. Pero la Liturgia no es algo que se “sienta”. La verdad de la Liturgia es independiente de lo que sintamos o no. “Hoy la Liturgia me pareció insufrible, seca, no entendí ni siquiera la lectura del Evangelio”. Pero esto no significa que hoy no haya ido a la Liturgia. “Hoy, a pesar de haber comulgado, no sentí nada…”, pero esto no significa que no haya comulgado. La Divina Liturgia no depende del estado sentimental del hombre, porque este es engañoso.
No obstante, aquí, las palabras “me sentí” tienen el significado de “vivo”. Hay situaciones en las que entendemos lo que sentimos. Pondré un ejemplo. Puede que con mi cónyuge estemos juntos desde hace diez años. Durante esos años hemos participado del amor recíproco, y, en un momento dado, después de haberle dicho algo, declara: “¡Hoy he entendido cuánto me amas!”. ¿No lo sabías? Si no lo hubieras sabido, te habrías ido. Hoy, las antenas de tu espíritu han recibido lo que has tenido siempre, pero ahora lo has entendido, te has detenido en ello. Entender hasta hoy que te amo, o que yo mismo entienda hasta hoy que me amas, significa que hasta ahora he tenido un candado egoistă, una pretensión de los demás para mí mismo; tu “yo” era el centro de tu existencia, y no yo. Por eso me has entendido. Hoy has sentido una invitación, un don, un impulso. Hoy has muerto tanto como dependía de ti, y, por eso, has entendido que te amo, que yo soy, de alguna forma, tu vida. Y, evidentemente, esto es algo que se vive.
(Traducido de: Arhimandritul Emilianos Simonopetritul, Tâlcuiri la sfintele slujbe, Editura Sf. Nectarie, pp. 60-61)