Palabras de espiritualidad

De siervos a hijos de Dios

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

El hijo, cuando alcanza la mayoría de edad y su mente ha madurado, sabe que debe cumplir con la voluntad de su padre, pero no por temor al castigo ni a cambio de alguna recompensa, sino por amor.

Dice San Basilio el Grande que hay tres maneras de agradar a Dios: la primera es haciendo Su voluntad por miedo al castigo; tal es la condición de los siervos; La segunda consiste en hacer el bien, esperando una recompensa prometida y también un cierto provecho propio. Con esta nos asemejamos a los que trabajan a cambio de un salario. Y la tercera consiste en esforzarnos en hacer el bien por la bondad misma y por amor a Dios, y entonces nos incluimos en la condición de hijos Suyos. Porque el hijo, cuando alcanza la mayoría de edad y su mente ha madurado, sabe que debe cumplir con la voluntad de su padre, pero no por temor al castigo ni a cambio de alguna recompensa, sino por amor. Y entonces hace la voluntad de su padre con gozo, además de comportarse con rectitud y respeto ante él, porque sabe que la heredad de su padre también será suya. Por eso, el cristiano que así actúa se hace digno de ser llamado heredero de Dios por medio de Cristo, porque ya no es un mero siervo. Y no le teme más al castigo divino, sino que todo lo hace por amor, como dice San Antonio: “Yo ya no le temo a Dios, porque lo amo”.

(Traducido de: Avva Dorotei, Învățături și scrisori de suflet folositoare, Editura Bunavestire, p. 54)

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