De un milagro obrado por Santa Ipomoni
Cuando me incliné y besé las santas reliquias, las sentí como si estuvieran encendidas, calientes. Entonces, la monja nos dijo que ese mismo día había venido una mujer que sufría de unos terribles dolores de cabeza, y que aquel sufrimiento desapareció después de besar las reliquias.
Al llegar con un amigo sacerdote a Atenas, en donde ambos teníamos algunos asuntos que resolver, decidimos visitar el Monasterio de San Patapio, que está situado un poco más lejos de Lutraki. Como ya era de noche cuando llegamos al monasterio, decidimos pernoctar ahí. Una vez resuelto lo de nuestro hospedaje, fuimos a la iglesia a orar un poco. Unos minutos después, una monja se nos acercó y nos dijo: “Pasen a venerar también las reliquias de Santa Ipomoni, para ver si sienten algo”.
Así lo hicimos. Cuando me incliné y besé las santas reliquias, las sentí como si estuvieran encendidas, calientes. Entonces, la monja nos dijo que ese mismo día había venido una mujer que sufría de unos terribles dolores de cabeza, y que aquel sufrimiento desapareció después de besar las reliquias.
Algunos días después, una conocida mía visitó el mismo monasterio y besó también las reliquias, sintiendo aquel mismo calor y una gran alegría en el alma.
(Traducido de: Monah Pimen Vlad, Povestiri duhovnicești, volumul I, Editura Axa, 2013, pp. 56-57)