Palabras de espiritualidad

De un milagro ocurrido en la vida de San Jacobo Tsalikis

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Hijo mío, hoy tuvo lugar tu resurrección de entre los muertos. Nunca olvides celebrar este día”.

En 1935, en las vísperas de la Pascua, el pequeño Jacobo cayó enfermo gravemente. Debido a la falta de una asistencia médica adecuada, todos pensaron que moriría en poco tiempo. Su pobre madre estaba desconsolada, y no dejaba de pedir la intercesión de los santos por la salud de su hijo. Especialmente, oraba ante un pequeño ícono de San Caralampio que había traído de Livisi.

Era el “Domingo de Santo Tomás”, y todos esperaban la prematura partida del pequeño asceta. Al mismo tiempo, todos se aferraban al mismo pensamiento: ¿Por qué Dios no se apiadaba del pequeño Jacobo, quien leía asiduamente las Escrituras y hacía la Señal de la Cruz sobre niños y adultos, hasta sobre los animales, consiguiendo que sanaran de sus dolencias?

Al mediodía de ese domingo, San Caralampio se hizo visible en la habitación del pequeño Jacobo, para hacerle la Señal de la Cruz sobre el pecho. Entonces, Jacobo sanó inmediatamente y corrió a contarle a su mamá lo que acababa de suceder. Y, llena de lágrimas, esta le respondió:

—Hijo mío, hoy tuvo lugar tu resurrección de entre los muertos. Nunca olvides celebrar este día.

(Traducido de: Stelian Papadopulos, Fericitul Iacov Ţalikis, Stareţul Mănăstirii Cuviosului David „Bătrânul”, Editura Evanghelismos, București, 2004, p. 50)