De uno que fue echado del infierno
“Construimos iglesias para transformar el infierno en paraíso; pero, si no lo conseguimos, al menos no seremos recibidos por los demonios en el infierno.”
El padre Sofronio hizo la siguiente observación a un discípulo suyo, mientras caminaban juntos por los jardines del monasterio, supervisando la construcción de una nueva capilla: «En nuestros días, es imperioso construir un altar de ofrenda, aunque enardezcas a todos los demonios». Y después le contó una pequeña historia que había escuchado en Rusia:
«Una persona llegó al infierno y quiso construir una iglesia ahí, para poder orar. A pesar de todos sus pecados, amaba mucho a Dios y quería elevarle sus plegarias. Así, comenzó a buscar un lugar para comenzar a poner los cimientos. Entonces vino un demonio y le pregunto qué es lo que quería hacer. Y aquel individuo le contestó: “Quiero construir una iglesia, para poder orar”. Esto perturbó al demonio, porque no era posible que a alguien se le ocurriera construir una iglesia en el mismo infierno. Así, intentó impedir que aquel hombre empezara lo que se había propuesto, pero no lo logró. Pidió la ayuda de otros demonios, pero tampoco consiguieron mayor cosa. Entonces, aquellos demonios llamaron a su soberano, quien reunió una legión completa de malos espíritus, con tal de echar del infierno a ese que quería levantar una iglesia en el centro del mismísimo infierno».
Dicho lo cual, el padre Sofronio concluyó: «De igual forma, nosotros construimos iglesias para transformar el infierno en paraíso; pero, si no lo conseguimos, al menos no seremos recibidos por los demonios en el infierno».