¿Debo callar la falta de mi hermano?
¿Acaso es posible que el Señor, Quien es solamente amor y misericordia, te pida que difames a tu hermano que padece, arrastrando a la tentación a esas almas por las cuales Él derramó Su Sangre?
Si, a pesar de tu empeño, tu hermano sigue sin rectificar su falta, “díselo a la Iglesia” (Mateo 18, 17). ¿Y esto que significa? ¿Que tienes permiso para divulgar la falta de tu hermano en la iglesia, con el fin de que todos lo sepan? El Señor no dijo “díselo al pueblo”, sino “a la Iglesia”, es decir, a sus autoridades (San Juan Crisóstomo). En otras palabras, hay que decírselo al sacerdote, para que haga algo por medio de la potestad de la que goza, es decir, el carisma del sacerdocio.
Está claro que el Señor no dijo esto por casualidad (Mateo 18, 15-17). Estaba considerando la Ley mosaica. En esta se disponía el modo en que cada uno debía ser juzgado, e imponía que era necesario el testimonio de dos o tres personas. Si, con todo, la declaración de esos testigos no ayudaba en nada, había que decírselo al sacerdote, y este decidiría qué hacer (Deuteronomio 17, 6-13). Y ahora Cristo “estaba renovando esa ley”.
Así las cosas, es imposible que el Señor dijera, por una parte: “repréndelo a solas” (Mateo 18, 15), y por otra ordenara que todo el mundo tuviera que enterarse. ¿Acaso es posible que el Señor, Quien es solamente amor y misericordia, te pida que difames a tu hermano que padece, arrastrando a la tentación a esas almas por las cuales Él derramó Su Sangre?
(Traducido de: Arhimandritul Vasilios Bacoianis, Nu te mai suport! – Arta împăcării cu tine însuți și cu ceilalți, traducere din limba greacă de Pr. Victor Manolache, Editura de Suflet, București, 2011, pp. 100-102)