Palabras de espiritualidad

Del origen del pecado y la maldad en el hombre

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

La mente, que tendría que dominar a lo demás, termina siendo sometida por ello: lo bueno se ve sometido por lo malo. Con esto podemos ver que la maldad es más vieja que la virtud.

Dos son las causas por las cuales la mente fue sometida por los sentidos.

La primera —y la más importante— es esta: desde el pecado de Adán, su instrumento, es decir, su cuerpo, adquiere la existencia y constitución por medio de los placeres de los sentidos, pecaminosos e instintivos. Porque es a causa de esos placeres que es engendrado, crece y se desarrolla en el vientre materno, hasta que nace. El profeta David, demostrando todo esto, dice: “Mira que nací culpable, pecador me concibió mi madre”. (Salmos 50, 6).

La segunda demuestra que también después de nacer se alimenta de placeres. Ya desde los primeros años de la infancia, pero especialmente en esos nueve meses en el vientre materno —debido a que la parte hablante del hombre aún no se ha desarrollado—, la mente no puede utilizar los órganos de los sentidos para materializar su acción y deleitarse con los placeres racionales. Entonces el cuerpo es quien realiza (esos placeres), no solamente para nutrirse, sino también para su naturaleza de pecado. Lo peor de esto es quel a misma mente se siente atraída por esos placeres, dejándose dominar por ellos, en su imperfección y torpeza. El divino Teodoro de Jerusalén dice, en su filosófica prédica: “Primero, la mente es sometida por los sentidos, después le siguen el apetito y la ira. Estas pasiones pertenecen al instinto y son dirigidas por la naturaleza, no por la razón. El alma se acostumbra a ellas y resultan muy difíciles de disipar, entrando en cada uno de sus rincones. De esta forma todo queda al revés. Los sentidos, habiéndose perfeccionado y consolidado, dominan a la mente, porque esta aún no es capaz de accionar (en el verdadero sentido de la palabra), sino solamente con la fuerza, siendo (por la misma causa) evidenciada como imperfecta, y la hacen juzgarlas (estas cosas malas) como buenas. Esto, debido a que también el corazón está convencido de que todo eso es bueno. Así, la que tendría que dominar a lo demás, termina siendo sometida por ello: lo bueno se ve sometido por lo malo. Con esto podemos ver que la maldad es más vieja que la virtud.”

(Traducido de: Sfântul Nicodim Aghioritul, Paza celor cinci simţuri, Editura Egumeniţa, Galaţi, p. 109-110)