Palabras de espiritualidad

Del sufrimiento como escuela de la humildad

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

“Los hombres de los tiempos postreros no harán nada de lo que hicimos nosotros, pero tendrán que enfrentar terribles pruebas y tentaciones, de tal forma que, si resisten, serán más grandes que nosotros en el Reino de Dios”.

En cierta ocasión, un hermano le pidió al padre Marcos (Dumitrescu) que le contara algo de lo vivido en los años que tuvo que guardar prisión.

«Ustedes no se imaginan lo que había en ese lugar», respondió el padre. «Los libros que empiezan a publicarse sobre el tema, difícilmente podrían darles una idea, aun vaga, de todo lo que se sufrió allí. Creo fue la materialización de eso que anunciaron los Santos Padres, e incluso nuestro Señor Jesucristo. Recordemos que, en el Paterikon Egipcio, entre otros textos heredados de los Santos Padres, hay un relato que nos habla de un monje que, dubitativo, fue a buscar a su stárets, y le preguntó: “Padre, nosotros vivimos como vivimos (eran más o menos los tiempos de San Antonio el Grande). Pero ¿qué pasará con los que vendrán después de nosotros?”. “Harán, tal vez, la mitad de lo que habremos hecho nosotros”, respondió el anciano. “¿Y los que vengan después de ellos?”, insistió el monje. “Los que les sucedan no harán nada de lo que hicimos nosotros, pero tendrán que enfrentar terribles pruebas y tentaciones, de tal forma que, si resisten, serán más grandes que nosotros en el Reino de Dios”. Y este es el caso de las prisiones (del régimen comunista, N. del T.). Nosotros tuvimos que hacer frente a pruebas atroces e indescriptibes. Y no solamente tormentos y pruebas, sino también tentaciones, porque ¿acaso no es cierto que las tentaciones que vienen del maligno a tu mente, tus actos y tus palabras no son algo pavoroso?».

Otro día, el padre Marcos le dijo a uno de sus discípulos: «¿Sabes cuál es la diferencia entre ser humilde y humillarse?»«No», respondió el monje. «Alguien que conocí en la cárcel me enseñó que ser humilde es tener conciencia de tu nimiedad, y humillarte es ser consciente de tu estado de pecador».

En un momento de recogimiento, el padre Marcos le dijo a uno de sus discípulos que, una vez, en tiempos de persecución, mientras se hallaba en los Montes Caraiman, tuvo una visión con la Santísima Trinidad, y el Espíritu Santo, con forma de paloma, vino a posarse en su corazón.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 767)