Propio del sabio (juicioso) es hallarse libre de cualquier manifestación irracional y de la tendencia a las pasiones. Por eso es que sabe dominar los conocimientos y utilizar correctamente las cosas. De igual forma, el comportamiento dócil y delicado para con sus semejantes, una mente humilde, la compasión, la piedad, el deseo de hacer el bien a todos y la perseverancia en las decisiones que asume, son también características del juicioso.

La descripción más exacta del carácter humano perfecto, o mejor dicho, de la personalidad, es la imitación del modelo de nuestro Señor, porque solamente Él podría devolver la integridad a nuestro ser.

Esto es algo que demuestran aquellos que “son de Cristo”, que portan, con la ayuda de la Gracia, la Imagen del que está en los Cielos y, de acuerdo al Apóstol Pablo, en ellos “lo mortal ha sido absorbido por la vida” (II Corintios 5, 4). Con todo, es bueno resaltar que, sin la ayuda de la Gracia, es imposible que el hombre, “pecador” y “caído”, reencuentre lo que perdió.

(Traducido dE: Gheronda Iosif Vatopedinul, Dialoguri la Athos, Editura Doxologia, p. 100-101)