Palabras de espiritualidad

Después de leer esto, ¿quieres seguir guardando rencor contra tu hermano?

    • Foto: Lucian Filip

      Foto: Lucian Filip

Translation and adaptation:

Al escuchar estas palabras, salí corriendo de la celda y fui a buscar a mi hermano. Me incliné ante él, le pedí perdón y nos reconciliamos. Al volver, encontré mi tejido hecho cenizas. Es sabido que el demonio odia el amor y la unidad entre los hombres.

En Tebaida (Egipto) hay una ciudad llamada Lico, y a unas ocho millas de distancia de ahí hay una montaña habitada por un significativo número de monjes. Un día, fuimos a ese lugar y nos encontramos con el abbá Isaac, oriundo de la región. Y nos contó:

«Un día cualquiera, hace más de cincuenta años, estaba ocupado trabajando en un tejido de mimbre. En un momento dado, me di cuenta que había cometido un error en el tejido y me entristecí mucho, porque no encontraba el punto exacto donde me había equivocado. Todo el día estuve examinando el tejido, sin dar con el problema. Me sentía desesperado. De la nada, apareció un muchacho, quien, entrando por la ventana, me dijo:

—Veo que te equivocaste. ¡Déjame arreglarlo!

—¡Vete de aquí! ¡No te lo permitiré! —le dije.

—Pero será peor para ti si no corriges ese error…

—¡Ese no es problema tuyo! —le respondí yo.

—Créeme, me da pena que hayas trabajado tanto y en vano.

—¡No quiero tener nada que ver contigo ni con quienes te hayan enviado aquí!

—Pero sí tú mismo me forzaste a venir y, además, ya eres mío.

—¿Qué estás diciendo?

—Sí… ¿O se te olvida que te atreviste a comulgar durante tres domingos seguidos, sin haberte reconciliado antes con tu vecino?

—¡Ah!

—No te miento. Te enfadaste con él por un poco de lentejas. Yo soy el que domina a los que riñen y anidan el rencor en su alma. ¡Así pues, de ahora en adelante eres mío!

Al escuchar estas palabras, salí corriendo de la celda y fui a buscar a mi hermano. Me incliné ante él, le pedí perdón y nos reconciliamos. Al volver, encontré mi tejido hecho cenizas. Es sabido que el demonio odia el amor y la unidad entre los hombres».

(Traducido de: Iată duhovnicul: părintele Arsenie Papacioc, vol. II, Editura Sophia, 2006, p. 125)