Palabras de espiritualidad

Diferencia entre la humildad y el complejo de inferioridad

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Conoce sus pecados, conoce su propia insignificancia y acepta las observaciones que le hacen su confesor y los demás. Se arrepiente, pero no cae en desesperanza. Se entristece, pero no desfallece y no se enfada.

El humilde no es una personalidad enferma. Tiene conciencia de su estado, no ha perdido el centro de su personalidad. Conoce sus pecados, conoce su propia insignificancia y acepta las observaciones que le hacen su confesor y los demás. Se arrepiente, pero no cae en desesperanza. Se entristece, pero no desfallece y no se enfada.

Al contrario, quien sufre del complejo de inferioridad, al principio y sólo exteriormente se asemeja al humilde. Sin embargo, si lo observas con atención o intentas aconsejarle, su enfermo ego saldrá a la superficie, perturbándole y llevándole a perder la poca paz que tiene.

Lo mismo sucede con el melancólico, comparado con el que se arrepiente. El melancólico se encierra en sí mismo y no le preocupa nada más. Por el contrario, el pecador que se arrepiente y se confiesa, sale de sí mismo. Nuestra Iglesia nos otorga un don maravilloso: el padre espiritual. Si te confesaste con él y tus pecados te fueron ya perdonados, no vuelvas atrás.

(Traducido de: Ieromonah Sava Aghioritul, Vindecarea sufletului în învăţătura părintelui Porfirie, Editura Egumeniţa, 2012)