Dios está más allá de todo lo que pueda concebir nuestra limitada razón
Dios está más allá del espíritu, más allá de todo lo que se puede imaginar el hombre: “¡Qué profundidad de riqueza, de sabiduría y de ciencia la de Dios!” (Romanos 11, 33).
Nosotros no conocemos la naturaleza de nuestra mente; no la podemos ver y, sin embargo, ella guía todo lo que hacemos. Luego, ¿cómo es posible que nuestra limitada mente pueda ver a la Mente infinita, a Dios, para creer en Él? Dios está más allá del espíritu, más allá de todo lo que se puede imaginar el hombre: “¡Qué profundidad de riqueza, de sabiduría y de ciencia la de Dios!” (Romanos 11, 33).
También yo, hijo mío, cargo con mi cuerpo enfermo como si fuera una espina que me atormenta a lo largo del camino. No me permite avanzar y, así, me quedo atrás, hasta que Dios se apiada de mi debilidad. El pecado engendra todo mal, pero, por Su bondad, Dios transforma el castigo de los pecados en perdón, pero también en una forma de obtener el coraje necesario para persentarnos ante Él. ¡Oh, qué grande es el amor de Dios por el hombre! ¿Quién podría ver al rostro este océano de amor? El hombre llora como un bebé cuando su mente es iluminada y consigue ver al menos una ínfima parte de la inmensidad del amor de Dios por él. ¡Pero cuánto tiene que bregar para que se le conceda esa iluminación! Porque es un don de lo Alto, del Padre de las Luces; es algo que viene como el rocío, como un encantador día de primavera para las almas agobiadas por distintas pruebas.
(Traducido de: Comori duhovnicești din Sfântul Munte Athos – Culese din scrisorile și omiliile Avvei Efrem, Editura Bunavestire, 2001, p. 362)