A Dios lo encontramos, en primer lugar, en nuestro interior
Si no conseguimos encontrar el Reino de Dios en nosotros, si no podemos encontrarnos con Él dentro de nosotros, en lo más profundo de nuestro ser, entonces las posibilidades de encontrarlo fuera de nosotros son casi nulas. Si no nos encontramos con Dios aquí en la tierra, no lo encontraremos tampoco en los Cielos.
El Evangelio nos dice que el Reino de Dios está, en primer lugar, adentro de nosotros. Si no podemos encontrarnos con Él dentro de nosotros, en lo más profundo de nuestro ser, entonces las posibilidades de encontrarlo fuera de nosotros son casi nulas.
Cuando el astronauta Yuri Gagarin volvió del espacio, hizo aquella famosa afirmación de no haberse encontrado con Dios en el cielo y uno de los sacerdotes de aquellos tiempos le respondió: “Si no lo encuentras en la tierra, nunca lo encontrarás en el Cielo”.
Si no podemos ponernos en contacto con Dios bajo nuestra propia piel, entonces las posibilidades de reconocerlo se hacen cada vez más escasas, aunque llegáramos a vernos de frente con Él.
San Juan Crisóstomo dijo: “¡Encuentra la puerta de tu corazón! Cuando lo hagas, verás que es también la puerta hacia el Reino de Dios”. Así pues, es adentro de nuestro corazón que debemos volver.
No digo que debamos volvernos inhibidos, porque no se trata de hacer un viaje hacia nuestro mundo interior, sino un viaje hacia nuestro “yo mismo”, para que, desde la más secreta profundidad del ser, nos levantemos y conozcamos el lugar en donde debemos encontrarnos con Dios.
(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Rugăciunea care aduce roade, Editura Doxologia, 2014, pp. 25-26)