Palabras de espiritualidad

Dios mora en el humilde

  • Foto: Oana Nechifor

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El que es humilde tiene también buenas obras, porque en él vive Dios, el Espíritu Santo, como dice el autor de los Proverbios: “El Espíritu del Señor descansa en el corazón humilde. Y el demonio mora en la mente perturbada (del orgulloso)”.

El que es humilde tiene también buenas obras, porque en él vive Dios, el Espíritu Santo, como dice el autor de los Proverbios: “El Espíritu del Señor descansa en el corazón humilde. Y el demonio mora en la mente perturbada (del orgulloso)”. El profeta David, después de que su orgullo le hiciera caer dos veces en pecado mortal (adulterio y homicidio), se arrepintió, lloró, ayunó y permaneció durante mucho tiempo en vigilia. Pero no supuso que el Señor ya le había perdonado sus faltas al haberse arrepentido, llorado, ayunado y velado. No. Al contrario, dijo: “Me humillé y sólo así el Señor me libró de mi falta”. Porque el que no se humilla tampoco puede arrepentirse. El orgulloso no se arrepiente nunca, y si intenta hacerlo, su arrepentimiento no es verdadero ni sincero, es más bien falso. Si ora y ayuna, o si hace algún bien, lo hace con falsedad e hipocresía, como los fariseos, para que lo vean los demás. Porque la humildad es una virtud tan grande, que sin ella no podríamos salvarnos. Entonces, renunciemos al diabólico orgullo para poder obtener la divina humildad, a la cual el sabio Isaac el Sirio denomina “atuendo divino”, porque con ella se vistió el Hijo Unigénito y Palabra de Dios Padre, descendiendo de los cielos para nuestra salvación.

(Traducido de: Părintele Filotei Zervakos, Mărturisirea credinței ortodoxe, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 34)



 

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