Palabras de espiritualidad

A Dios no le interesa cuántas palabras digamos, sino el estado de nuestro corazón al orar

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

San Nilo el Sinaíta nos aconseja practicar la incesante “breve, pero atenta oración”.

Para que podamos acostumbrarnos a permanecer con Dios, San Nilo el Sinaíta nos aconseja practicar la incesante “breve, pero atenta oración”. Si, con todo, nuestro corazón permanece frío, sigamos el consejo de San Juan de Kronstadt: “Cuando notes que tu corazón está frío, orando sin el deseo de hacerlo, detente y enciéndelo con cualquier pensamiento vivo, por ejemplo, rememorando las incontables bondades de Dios en tu vida. Después podrás continuar orando, ya con el calor (en tu corazón), sin prisas. Si no consigues hacer (leer) todas tus oraciones a tiempo, no hay problema; de la oración fervorosa y esmerada obtendrás un provecho incomparablemente más grande que si hubieras leído todas las oraciones, pero con impaciencia y desatención, porque es mejor decir cinco palabras con tu mente, que pronunciar miles con tu boca” (I Corintios 14, 19).

Señala también San Juan de Krosntadt que si la extensión de la oración no es proporcional al calor del espíritu, es mejor hacer una oración breve, pero ferviente. Recuerda que una palabra del publicano, dicha con el corazón encendido, le justificó. A Dios no le interesa cuántas palabras digamos, sino el estado de nuestro corazón al orar. Es más importante una fe viva en el corazón y el calor de la contrición por nuestros pecados.

(Traducido de: Arhimandritul Serafim AlexievCălăuza rugătorului ortodox, traducere de Gheorghiță Ciocioi, Editura Sophia, București, 2015, pp. 30-31)