“Dios no tira abajo la puerta, tan sólo llama a tu corazón”
Si Dios forzara al hombre a salvarse, le estaría arrebatando su libertad y voluntad, perdiéndose toda recompensa en la eternidad. Es decir, el hombre perdería su calidad de ser humano y libre, y la posibilidad de obtener retribución y salvación.
Padre, si Dios sabe quién se salvará, aún desde antes de nacer, ¿por qué no fuerza al hombre a seguir el camino de la salvación?
Ciertamente, Dios sabe todo aún antes de nuestro nacimiento. Él sabe quién se salvará y quién irá al castigo eterno. Pero no es Él quien lo decide, sino que lo deja a la voluntad de cada persona. Porque si Dios forzara al hombre a salvarse, le estaría arrebatando su libertad y voluntad, perdiéndose toda recompensa en la eternidad. Es decir, el hombre perdería su calidad de ser humano y libre, y la posibilidad de obtener retribución y salvación. Porque Dios no tira abajo la puerta, tan sólo llama a la puerta del corazón... y cada uno decide si le abre o no. Escucha lo que dice el Señor: “Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo.” (Apocalipsis 3, 20).
He aquí, pues, que Dios no violenta la puerta, es decir, el libre albedrío del hombre. Dios sabía que Nínive se perdería por sus maldades, pero no decidió esa destrucción desde antes, porque esperaba que aquel pueblo volviera a Él. Su arrepentimiento fue lo que hizo que Dios cambiara de determinación (Según San Juan Crisóstomo, en su “Prédica sobre el arrepentimiento”).
Así las cosas, es decisión del hombre ser recompensado o ser castigado, porque Dios quiere que todas las personas se salven y vengan al conocimiento de la verdad (Isaías 45, 22; Mateo 18, 14; Juan 3, 16; Timoteo 2, 4; 3, 4; II Pedro 3, 9). Una sola condición se nos pide para ser salvos: unir nuestra voluntad a la de Dios. Sólo así podremos evitar el castigo.
(Traducido de: Arhimandritul Ilie Cleopa, Ne vorbește Părintele Cleopa, ediția a II-a, volumul V, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2004, pp. 104-105)