Dios nos da la oportunidad de darnos a los demás
Que tu piedad venza al temor, y el temor de Dios a la desidia; que tu devoción se haga firme ante los impulsos de la carne. No desprecies a tu hermano. No pases a su lado sin verlo. No te apartes de él como de cualquier cosa sucia o impura.
No hay nada que asemeje más al hombre con Dios, que el hacer el bien a los demás, aunque el auxilio de Dios sea más abundante y el del hombre más pobre, porque cada uno obra, creo yo, según sus posibilidades. Él creó al hombre y después de abatirlo lo vuelve a levantar. Pero tú, hermano, no ignores al que ha caído. Dios se ha compadecido del hombre en las cosas más grandes, dando, una y otra vez, leyes, profetas, y, antes de esto, la ley natural no-escrita, juzgando los actos de los hombres, sancionándolos, aconsejándolos, guiándolos, para finalmente ofrecerse a Sí Mismo como redentor para la vida del mundo; dando apóstoles, evangelistas, maestros, pastores, taumaturgos, milagros, resurrecciones, venciendo a la muerte, derrotando al que nos había vencido, (ofreciéndonos) el Testamento anterior y el Testamento en la verdad, además de participarnos el Espíritu Santo y el misterio de la nueva salvación.
Y tú, si eres capaz de hacer cosas más grandes, con las cuales puedes ayudar a tu propia alma (porque, si así lo quieres, también con esto te enriquece Dios), no dejes de hacer el bien al necesitado, incluso antes de que él mismo te lo pida, dándole lo que le hace falta y “prestándole” la palabra de provecho espiritual, para pedirle después ese mismo préstamo con un intereés añadido, es decir, con el beneficio que esa persona haya obtenido de ti...
Que tu piedad venza al temor, y el temor de Dios a la desidia; que tu devoción se haga firme ante los impulsos de la carne. No desprecies a tu hermano. No pases a su lado sin verlo. No te apartes de él como de cualquier cosa sucia o impura (…).
(Traducido de: Sfântul Grigorie Teologul, Despre iubirea de săraci, Editura Arhiepiscopiei Sucevei și Rădăuților 2006, p. 43)