Dios nos da la oportunidad de hacernos un camino hacia Él
Dios le ha concedido al hombre una gran oportunidad para deificarse, para hacerse santo.
En el día del Juicio Final, no podremos decir: “Señor, no sabía que eso era pecado”, porque nuestra conciencia es testigo, ella nos dijo que era pecado, pero no quisimos escucharla.
De igual forma, no podremos decir: “¡Señor, no pude hacerlo!”, porque Él nos dio una voluntad, y, cuando estamos decididos a hacer algo, no hay nada ni nadie que pueda doblegar nuestra intención, ni los ángeles ni los demonios.
Así pues, somos responsables ante Dios por todo lo que hagamos en esta vida. Como dice el salmista: “El hombre en la opulencia no comprende, a las bestias mudas se asemeja” (Salmos 48, 12). En otras palabras, Dios le ha concedido al hombre una gran oportunidad para deificarse, para hacerse santo, porque tiene un alma y una conciencia que provienen de lo Alto. El problema es que el hombre no las utiliza en pos de objetivos santos, elevados y nobles, sino que las pervierte, haciéndose semejante a los animales, que carecen de alma y raciocinio.
Ebtonces, si el hombre permanece en este estadio de la vida, desciende de la dignidad de ser superior y pisotea así su nobleza.
Todos aquellos que, desde la creación del mundo y hasta nuestros días, han sido conscientes de esto, han luchado con todas sus fuerzas para alcanzar una purificación física y espiritual mucho más elevada, tomando a Dios como modelo, lo cual los ha hecho llegar a un sublime estado de santidad, algo fuera de este mundo, a pesar de hallarse entre nosotros.
(Traducido de: Protosinghelul Ioachim Pârvulescu, Cele trei mari mistere vizibile și incontestabile din Biserica Ortodoxă, Editura Amacona, 1997, pp. 138-139)