Dios nos pide tres cosas que, en realidad, se resumen en una sola
Mientras más crece tu humildad, más vives en un estado de alegría, de consuelo, de liberación.
Quiero que hablemos de algo, pero sin “racionalizarlo”. ¡La sencilla humildad! De esto quiero que hablemos. Mientras más crece tu humildad, más vives en un estado de alegría, de consuelo, de liberación. Y todo eso viene, pero sin que lo veas, sin anunciarse. Te ayudas a ti mismo y a todos los tuyos, incluso a quienes han partido ya de este mundo. Y dejas de ser un mero individuo. Eres un universo, un microcosmos, en el cual se refleja un profundísimo mundo, si vives todo esto que he mencionado.
Hay tres cosas que Dios nos pide, y nos las pide con fervor e insistencia: ¡humildad, humildad, humildad! Y “¡lo demás dejádmelo a Mí!”. Eso sí, sin renunciar a aquello que nos da el pan diario. ¡Pero Cristo debe estar todo el tiempo presente en nuestro corazón!
(Traducido de: Arhimandritul Arsenie Papacioc, Ne vorbește Părintele Arsenie, vol. I, Editura Mănăstirii Sihăstria, 2010, p. 11)