Dios sabe cómo llevarnos a alcanzar la paz verdadera
“Con esto sabremos si somos agradables al Señor: si tenemos que enfrentar grandes aflicciones, penas y sufrimientos”.
En esta vida se nos ha concedido que por medio de la paz y la serenidad podamos vencer todo mal. Podemos ser pacíficos y sosegados en un medio tranquilo, pero esta paz no es tan fuerte y perseverante como la que se alcanza en un medio lleno de agitación. Cuando sales de un medio tranquilo para entrar a otro lleno de agitación, inmediatamente cambia tu estado espiritual: no eres capaz de soportar la injusticia, y se desata un infierno azuzado por toda clase de pensamientos malvados. Y así es como se esfuma nuestra paz. Por eso es que el Señor nos lleva entre aflicciones y tribulaciones, para que podamos alcanzar la paz verdadera. Nosotros no tenemos la capacidad de vencer todo eso por nosotros mismos, sin Él. Además, contamos con el ejemplo de la Santa Mártir Catalina, quien, siendo apenas una muchacha de dieciocho años, tuvo que sufrir mucho.
Herida y sin fuerzas, fue arrojada a un calabozo, y ahí se le apareció el Señor. Ella le preguntó: “¿En dónde has estado, Señor?”. “Aquí, en tu corazón”, le respondió Él. “¿En mi corazón, que es malo, impuro y lleno de soberbia?”. “Sí, eso es cierto”, dijo Él, “pero aun así me dejaste un lugar, y si no hubiera estado contigo, no habrías sido capaz de enfrentar tanto sufrimiento. ¡Yo te daré fuerzas para poder soportar todo hasta el fin!”.
Los Santos Padres dicen: “Con esto sabremos si somos agradables al Señor: si tenemos que enfrentar grandes aflicciones, penas y sufrimientos”. “La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, os la doy yo. No estéis angustiados ni tengáis miedo” (Juan 14, 27), dice el Señor, Quien es la Verdad, el Camino y la Vida.
(Traducido de: Starețul Tadei de la Mănăstirea Vitovnița, Pace și bucurie în Duhul Sfânt, Editura Predania, București, 2010, pp. 171-172)