Imagina que el Señor te dice:

“Te he quitado por un tiempo aquel don del que creías que estaba llena tu mente —y del cual te ufanabas—, reemplazándolo con otro distinto, con el mismo valor. Pero tú, pensando solamente en lo que se te quitó e ignorando lo que se te dio a cambio, te muestras triste y apesadumbrado, completamente abatido. Pero quiero que sepas que, entristecido por Mi causa, tú me produces gran alegría. Y es que Yo entristezco con un propósito, buscando ante todo salvar y no perder a aquel que he creído que debe ser hijo Mío”.

(Traducido de: Sfântul Ioan Carpatiul, Capete de mângâiere, cap. 38, în Filocalia, vol. IV, p. 135)