Durante la Divina Liturgia participamos, realmente, del Reino de los Cielos
Le pedimos a Dios que venga a nosotros Su Reino, ignorando que, de hecho, ¡el Reino de Dios viene en realidad! Viene en nuestra presencia, se despliega junto a nosotros, en las santas iglesias, en el Cielo de este mundo, la Santa Liturgia.
Creo que Ustedes ya saben que la Santa Liturgia comienza con las palabras:
“¡Bendito es el Reino de los Cielos, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén!”.
¿Cuál Reino? El Reino que está frente a nosotros, el Reino que se despliega en nuestra presencia y con nosotros, el Reino de Dios, que se extiende aquí, entre nosotros, en la Tierra, ese Reino que pedimos en la oración del “Padre Nuestro”.
Le pedimos a Dios que nos venga Su Reino, ignorando que, de hecho, ¡el Reino de Dios viene en realidad! Viene en nuestra presencia, se despliega junto a nosotros, en las santas iglesias, en el Cielo de este mundo, la Santa Liturgia, donde nosotros hacemos lo que los ángeles en el cielo e incluso repetimos las frases angelicales, palabras que sólo los ángeles pueden decir al alabar a Dios:
“¡Santo, Santo, Santo es el Señor de Sabaot!”.
Los ángeles realizan su divina labor en el Cielo y, nosotros, aquí en la tierra, repetimos sus palabras.
(Traducido de: Părintele Teofil Părăian, Rugăciunea, pelerinaj către cer, Editura Doxologia, Iași, 2013, pp. 13-14)