Palabras de espiritualidad

El abismo que hay en nuestro interior

  • Foto: Bogdan Bulgariu

    Foto: Bogdan Bulgariu

El límite de un hombre con altura espiritual llega hasta los márgenes del mundo entero.

Aquel que jamás ha sentido miedo de sí mismo, no conoce lo que es el temor. Y es que las cosas exteriores a las que le teme el hombre están, de hecho, en su interior, incluso en una forma muy cruel.

En nuestro interior hay un abismo tal que, cada vez que el hombre se asoma y lo ve, se queda asombrado y lleno de un pavor mortal. Todos los mundos caben en dicho abismo, pero sin llegar a colmarlo. Y aunque le pongamos cualquier nombre a ese abismo, como “alma”, “mente”, “voluntad”, “sentidos”, “afectos”, “pasiones”, “hombre interior”, “conciencia”, etc., sigue siendo inenarrable, insondable e innombrable. El hombre llega hasta donde llega su propia hambre. El límite de un hombre salvaje es lo que puedan abarcar sus ojos. El límite de un hombre con altura espiritual llega hasta los márgenes del mundo entero. Si el cosmos en su totalidad se convirtiera en una mesa, con todas sus bondades esparcidas sobre ella, aún así, el hombre espiritual se levantaría de esa mesa con hambre.

Porque todo ese cosmos, aderezado como un banquete de bodas, está separado de Dios para los pobres en espíritu. Y ni siquiera existe para saciar el hambre, sino para provocarla. ¿Cómo podría, entonces, saciar el hambre de un hombre espiritual? ¿Cómo podría alimentar a aquel a quien, en realidad, no hace más que causarle aún más hambre?

(Traducido de: Sfântul Nicolae VelimiroviciGânduri despre bine și rău, Editura Predania, București,  2009, p. 23)

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