El acuerdo entre la voluntad del hombre y la de Dios
Todo lo que me has dado, recíbelo de mí, porque a Tí te lo ofrezco voluntariamente. Cualquier cosa Tuya la cumplo con buena voluntad, sin esfuerzo.
El que ama con todo su corazón a Dios y guarda con toda su alma Su voluntad, podrá, en los momentos difíciles, dirigirse sin inhibiciones a Él, diciéndole, “Siento, Dios mío, que no me hayas mostrado antes Tus santas decisiones para mí, porque hubiera corrido rápidamente a cumplirlas, antes de que Tú me llamaras. ¿Quieres llevarte todos los bienes, el honor y la honra que me has dado? Desde hace mucho están listos para volver a Tí. ¿Quieres llevarte a mis hijos? Los pongo a Tu disposición. ¿Quieres alguna parte de mi cuerpo? Tómala, porque pronto abandonaré mi cuerpo entero, con alegría. ¿Quieres mi alma? ¿Cómo negártela? No me demoraré, sino que incluso te rogaré que te la lleves. Todo lo que me has dado, recíbelo de mí, porque a Tí te lo ofrezco voluntariamente. Cualquier cosa Tuya la cumplo con buena voluntad, sin esfuerzo, porque a Tí te sirvo, Dios mío, no como un esclavo, sino acordando mi propia voluntad con Tu santa voluntad”. Esta es la forma verdadera de la armonía entre la voluntad del hombre y la voluntad de Dios.
(Traducido de: Sfântul Ioan Maximovici – Mitropolit de Tobolsk și Siberia, Iliotropionul sau acordul dintre voia omului și voia lui Dumnezeu, Editura Egumenița, p. 181-182)