El alma que busca a su Señor…
El alma que ha conocido al Señor ya no puede ser contentada con nada de lo que hay el mundo, sino que, como un pequeño niño que se ha alejado de su madre, sale a buscar al Señor, mientras clama: “¡Señor, suspiro por Ti y con lágrimas de añoranza te busco!”.
Todo el día y toda la noche mi alma te busca, Señor. Te busco a Ti. Tu Espíriru me lleva a buscarte y Tu solo recuerdo llena de alegría mi mente.
Mi alma te ha amado y se goza sabiendo que Tú eres mi Señor y Dios. A Ti te añoro hasta llegar a las lágrimas, Señor. Aunque todo fuera bello en el mundo, nada terrenal podría interesarme, porque mi alma busca solamente al Señor.
El alma que ha conocido al Señor ya no puede ser contentada con nada de lo que hay el mundo, sino que, como un pequeño niño que se ha alejado de su madre, sale a buscar al Señor, mientras clama: “¡Señor, suspiro por Ti y con lágrimas de añoranza te busco!”.
(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Ed. Deisis, Sibiu, 2000, p. 240