Palabras de espiritualidad

El amor al prójimo y la humildad del cristiano

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Usualmente, las tribulaciones duran lo mismo que nuestra inclinación al orgullo, porque el humilde no tiene nada que se le oponga: ni las cosas, ni las personas, ni los demonios.

Nuestra enmienda por medio de las pruebas tiene su propio tiempo, que puede ser corto o largo, dependiendo de cómo vayamos aprendiendo y perseverando en el camino de Dios. Si el alma persevera en el bien y en la práctica de las virtudes, las tribulaciones se disipan rápidamente y vuelve el gozo y la serenidad. Usualmente, las tribulaciones duran lo mismo que nuestra inclinación al orgullo, porque el humilde no tiene nada que se le oponga: ni las cosas, ni las personas, ni los demonios. Ante Dios, la verdadera virtud es la humildad que sana, purifica, protege y hace que vuelva la paz. Lugo, cuando la amargura de las pruebas ha cumplido con su cometido, Dios hace que regrese la alegría. San Máximo el Confesor nos dice lo siguiente sobre ese devenir de las cosas: “Amemos a cada persona con toda el alma, pero no pongamos nuestra esperanza en nadie. Porque, mientras Dios nos sostiene, nos vemos rodeados de muchos amigos y nuestros enemigos no pueden nada contra nosotros. Sin embargo, cuando Dios nos abandona, también nuestros amigos se van, y nuestros enemigos adquieren un gran poder contra nosotros. El que se atreva a confiar solamente en sí mismo caerá estrepitosamente. Por su parte, el que le tema al Señor será enaltecido nuevamente. Por eso fue que dijo David (habiendo pasado por todo esto): No confiaré en mi arco y mi espada no me salvará. Porque Tú, Señor, nos has salvado de los que nos atormentan, y has avergonzado a quienes nos odian”.

(Traducido de: Părintele Arsenie Boca, Cărarea Împărăției, Editura Sfintei Episcopii Ortodoxe Romane a Aradului, Arad, 1995, p. 47)