El amor al prójimo y nuestra sed de Dios
¡Este es el verdadero “discípulo” de Cristo! Es un hombre que ama con el amor del Señor a todos sus hermanos más débiles y se hace colaborador Suyo en el trabajo de su salvación.
La sed de Dios nos exhorta al amor al prójimo, y viceversa. Tan grande es el poder del amor al prójimo, que, aquel que haya alcanzado el amor natural a sus semejantes, apartando el amor pecaminoso a sí mismo, recibirá el don de la sanación.
¡Este es el verdadero “discípulo” de Cristo! Es un hombre que ama con el amor del Señor a todos sus hermanos más débiles y se hace colaborador Suyo en el trabajo de su salvación. Y esto, porque Dios es la fuente del amor que puede alcanzar la perfección.
(Traducido de: Părintele Iustin Pârvu, Daruri duhovnicești, Ed. Eikon, Cluj-Napoca, 2011, p. 108-109)