Palabras de espiritualidad

El amor, centro de la vida del cristiano

  • Foto: Doxologia

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El ayuno, las postraciones y las inclinaciones son cosas buenas, porque son cosas que hacemos para Dios, pero en el centro de todo debe estar el amor.

Dios es amor. Hagas lo que hagas, si no tienes amor sino aversión, estás de parte del demonio. Veamos lo que dice el Santo Apóstol Pablo: Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que tañe. Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor, nada soy”. Pero no se detiene aquí el Santo Apóstol Pablo, porque agrega: “Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve”.

¿Ves qué cosa tan estremecedora? ¡Pero nadie se da cuenta de ello! Si no es amor, no es nada. Todos las Santas Escrituras y todos los Santos Padres insisten en que Dios es amor. ¿Ves? Si no hay amor, no es de beneficio lo que haces. Todas las virtudes que practicamos son buenas —así como el ayuno, las postraciones, etc.—, pero si no tenemos amor, en vano hacemos todo eso. Es decir que la cima de todas las virtudes es el amor. Es el límite, el final, porque si tienes amor es que estás cerca de Dios. ¿Ves? ¡Amor! Sencillamente. Todas las virtudes son buenas, pero ya puedes tenerlas todas, que, si te falta el amor, estás lejos de Dios, porque la misma Escritura lo dice con claridad y contundencia: “Dios es amor”. El ayuno, las postraciones y las inclinaciones son cosas buenas, porque son cosas que hacemos para Dios, pero en el centro de todo debe estar el amor. Si practicas la caridad, pero sin amor, por una parte estás ayudando a tu semejante, pero por la otra sientes odio hacia él. Por un lado lo ayudas, pero por el otro lo despojas. ¿Ves? Por eso es que al amor cubre un cúmulo de pecados.

(Traducido de: Starețul Dionisie – Duhovnicul de la Sfântul Munte Athos, Editura Prodromos, 2009, p. 21-22)

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