El amor cubre innumerables pecados
“El amor no se comporta inadecuadamente”, el amor es educado, voluntarioso, lleva paz a su alrededor. Se comporta como es debido, no busca sólo su propio beneficio, sino que también se interesa por los demás. El amor nunca se enoja. Allí en donde hay ira, no hay amor. El amor no pide cuentas por el mal sufrido, porque nunca lo recuerda.
“El amor no se comporta inadecuadamente”, el amor es educado, voluntarioso, lleva paz a su alrededor. Se comporta como es debido, no busca sólo su propio beneficio, sino que también se interesa por los demás. El amor nunca se enoja. Allí en donde hay ira, no hay amor. El amor no pide cuentas por el mal sufrido, porque nunca lo recuerda.
San Juan, quien escribió la “Escalera”, hablando sobre recordar el mal que se nos ha hecho, llama este hábito, “el óxido del alma”, “los gusanos de la mente”, “un clavo insertado en el alma”, un pecado continuado, una falta permanente, mientras que en el Paterikón se nos dice que el que recuerda el mal sufrido por parte de otro, sea que camine, coma, duerma, trabaje, es corroído por el óxido de su iniquidad (el recordar la ofensa sufrida), vive intranquilo y es infeliz. Pero el amor destruye todo eso. Por eso en la escritura se nos dice que el amor “cubre innumerables pecados".
(Traducido de: Arhimandrit Teofil Părăian, Iubirea de aproapele – ajutor pentru bucuria vieții, Editura Doxologia, Iași, 2014, pp. 14-15)