Palabras de espiritualidad

El amor de Cristo por la humanidad explicado en una parábola

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La mujer fue tomada como modelo de perfección, y no el hombre, y Cristo se comparó a sí mismo con una panadera, porque la mujer, como esposa y madre, prepara el pan para su familia con todo su amor, en tanto que el tahonero prepara el pan solamente para venderlo y obtener una ganancia. Todo lo que Cristo hizo por la humanidad, lo hizo precisamente desde un amor puro.

¿Podemos creer que nuestro Señor Jesucristo se representó a sí mismo como una mujer, en dos de Sus parábolas? Una de ellas es la mujer que tomó tres medidas de harina para hacer la masa. (...)

Jesús dijo: “¿Con qué puedo comparar el Reino de Dios? Es como la levadura que una mujer toma y la mete en tres medidas de harina, hasta que fermenta toda la masa (Lucas 13, 20-21)

Esta es otra misteriosa parábola de Cristo, que muchos encuentran difícil de entender. El tema actual, tomado de la vida diaria, es simple y claro. Desde tiempos remotos, las mujeres se han ocupado de las cosas del pan; toman la harina, la ponen en vasijas, la fermentan, la preparan bien y la ponen al horno. Esto fue, durante miles de años, asunto de las amas de casa en todas partes. Pero a nadie se le ocurrió pensar en esta simple ocupación como un símbolo del Reino de Dios. Sólo nuestro Señor Jesucristo, para Quien nada era demasiado simple o insignificante, tomó este oficio doméstico tan ordinario para explicar algo asombroso y extraordinario. Creo que Él mismo estaba evocando a Su propia madre trabajando en hacer el pan.

Pondré unas preguntas para los que leen asiduamente el Evangelio. ¿Por qué Cristo puso como ejemplo a la mujer, en vez del hombre, sabiendo que los varones se han dedicado a la panadería a lo largo de los siglos? ¿Por qué habla de levadura, sabiendo que el pan ácimo era el más común? ¿Por qué la mujer tomó tres medidas y no una, dos, o cuatro? Finalmente, ¿qué vínculo o semejanza hay entre el poder de Dios y el trabajo doméstico de la mujer?

Si no podemos responder estas preguntas, ¿cómo podríamos entender la parábola? Aún más: responderlas sin una “clave” espiritual podría llevarnos a otras dificultades. Todas las parábolas parecen tratar el tema central de forma superficial, pero su verdadero sentido subyace en lo profundo. Ciertamente, las parabolas de nuestro Señor parecen suficientemente explícitas, pero su objetivo es uno más profundo, espiritual.

Bien, esta parábola tienen una doble interpretación espiritual. La primera tiene relación con los tres principales grupos étnicos de la humanidad; la segunda, con las tres facultades o fuerzas fundamentales del alma humana. En pocas palabras, lo que resulta inusual y remarcable en esta parábola, es justamente el proceso histórico y personal de la salvación del hombre.

Después del Gran Diluvio, nacieron, de los hijos de Noé —Sem, Cam y Jafet— tres razas de hombres: los semitas, los camitas y los jafetitas. Estas son las tres medidas de harina en las que Cristo pone Su levadura divina, el Espíritu Santo, para darnos a entender que Él vino como Mesías y Redentor de todos los pueblos del mundo sin excepción. De la misma forna en que, con la levadura, una mujer puede transformar la harina común en pan, también Cristo, con el Espíritu Santo, convierte hombres normales en hijos de Dios, en moradores eternos del Reino de los Cielos. Por esta razón, de acuerdo a la doctrina ortodoxa, los santos son llamados “ángeles terrenales” u “hombres celesstiales”, porque, habiendo sido “leudados” por el Espíritu Santo, han dejado de ser harina común o ácimos sin levadura para este mundo, para transformarse en pan leudado que se ha enaltecido. Según lo que aparece en la Biblia, el ácimo era el pan de los esclavos, mientras que el pan común era para los individuos libres, los hijos de Dios. Luego, por esta razón la Iglesia Ortodoxa utiliza pan con levadura para la Santa Comunión. El proceso de fermentación comenzó en aquel primer Domingo de la Trinidad o Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió del cielo sobre los Apóstoles. A partir de ese día, el proceso ha continuado hasta hoy, y seguirá latente hasta el final de los tiempos, cuando todo sea “fermentado”. Esta es, entonces, la interpretación histórica de la misteriosa parábola de la mujer que hace pan.

La segunda interpretación es una psicológica y personal, y abarca las tres facultades o fuerzas fundamentales del alma: el intelecto, el corazón y la voluntad, o, en otras palabras, la capacidad de pensar, la capacidad de sentir y la capacidad de actuar. Estas son las tres medidas invisibles del alma del hombre interior. Estas tres fuerzas o permanecen sin fermentar, como el pan de los esclavos, o se fermentan con la lavadura del rencor y la hipocresía. Cristo le dijo a Sus discípulos que se cuidaran de la masa de los fariseos que es la hipocresía, porque se trata de un amasijo terrenal y humano, que debilita las fuerzas del alma y la deja enferma e incapacitada. Pero, Cristo nuestro Señor trajo al mundo una masa nueva para enaltecer las fuerzas del alma. Los que reciban esta masa celestial, por medio del Bautismo en nombre de la Santísima Trinidad, serán llamados hijos y hijas de Dios, herederos del Reino eterno. Y no morirán, porque cuando sus almas salgan de sus cuerpos, vivirán eternamente. Esta masa celestial los llena con la luz de la razón, con el calor del amor divino, y la gloria de las virtudes. Las tres fuerzas del alma crecen juntas y en armonía, alzándose al cielo, a la perfección. Tal como lo dijo el Señor: “Sed perfectos, porque vuestro Padre en el Cielo es perfecto.

La mujer fue tomada como modelo de perfección, y no el hombre, y Cristo se comparó a sí mismo con una panadera, porque la mujer, como esposa y madre, prepara el pan para su familia con todo su amor, en tanto que el tahonero prepara el pan solamente para venderlo y obtener una ganancia. Todo lo que Cristo hizo por la humanidad, lo hizo precisamente desde un amor puro. Entonces, así es como Él viene a compararse con una mujer que hace pan. (...) El sentido histórico y psicológico de la parábola es como un árbol frondoso que se forma a partir de una pequeña bellota, porque es verdaderamente inmenso en su amplitud histórica, y hondo en su profundidad psicológica.

(Traducido de: Episcopul Nicolae Velimirovici, Femeia ca simbol al lui Hristos, Orthodox Life, 1951, nr. 5)