Palabras de espiritualidad

El amor de Dios también se manifiesta en la enfermedad

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

“Creo que también esta enfermedad es buena, al igual que la salud. ¡Te lo agradezco, oh Compasivo Creador!”.

«Busca el consejo de un médico, pero, al mismo tiempo, no dejes de orar para que el Señor y Sus santos iluminen al facultativo para que le prescriba a tu hermana el tratamiento adecuado. Haz lo que hacen los piadosos en tales casos. No sabes en dónde se esconde el auxilio de Dios para los enfermos. Puede que Dios haya decido que tu hermana se halle en ese estado, porque es algo que le sirve para llegar a la salvación. O puede que el Señor le haya enviado la enfermedad por un tiempo, para poner a prueba su fe y la de sus padres.

Solamente Dios sabe todo eso. La enfermedad no es algo vergonzoso, mucho menos una señal de que Dios se haya apartado del hombre. Al contrario, la enfermedad es también una manifestación de la misericordia de Dios. En Él todo es bondad y misericordia. Sea en la enfermedad, o en la pobreza, o en la necesidad. Que tu hermana ore con más fervor a Dios, pero sin pedir: “¡Señor, haz que sane!”, sino: “¡Señor, que se haga Tu voluntad! ¡Gloria a Ti, Señor! Si te parece conveniente, Señor, sáname. Y, si no lo crees así, que se haga Tu voluntad. Creo que también esta enfermedad es buena, al igual que la salud. ¡Te lo agradezco, oh Compasivo Creador!”.

Hay enfermedades que el Señor no deja que sanen, como cuando observa que para la salvación es más necesaria dicha dolencia que tener una perfecta salud».

 (Traducido de: Akedia, faţa duhovnicească a deprimării – Cauze şi remedii, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia Cartea Ortodoxă, Bucureşti, 2010, p. 146)