El amor de la Madre de Dios por su Hijo y por cada uno de nosotros
El Hijo de Dios y amado Hijo de la Virgen ofreció Su vida y se entregó a Sí Mismo por nosotros, los pecadores, y nos dio a Su propia Madre para que fuera la nuestra, además de hacer de ella nuestro auxilio y nuestra intercesora en el camino a la salvación.
Ninguna otra criatura ha amado tanto a Cristo, el Hijo de Dios, que Su Santísima Madre. Esto, por dos razones: en primer lugar, por haberle dado a luz sin conocer varón y, en segundo lugar, porque fue su único Hijo. Pör eso, su amor permaneció firme e indivisible. Si el Hijo de Dios y amado Hijo de la Virgen ofreció Su vida y se entregó a Sí Mismo por nosotros, los pecadores, y nos dio a Su propia Madre para que fuera la nuestra, además de hacer de ella nuestro auxilio y nuestra intercesora en el camino a la salvación, no es posible que ella no nos ayude y no medie ante la voluntad de su Hijo tan amado.
Entonces, hermano, acude a ella inmediatamente, cada vez que necesites su auxilio en tu necesidad.
La esperanza y el coraje que demuestres hacia ella son riqueza, felicidad y salvación que siempre te ofrecerán dones y misericordias.
(Traducido de: Nicodim Aghioritul, Războiul nevăzut, Editura Egumenița, Galați, p. 151)