La Madre de Dios está llena del espíritu de Cristo, a Quien portó en su vientre como Dios-Hombre. Está llena del espíritu de la mansedumbre, la bondad, la piedad, la compasión, la santidad y la justicia, y siempre está dispuesta a amparar a quien viene a ella con fe y devoción. Por tal razón tenemos que orar siempre a ella con fervor, con esperanza.

(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Despre tulburările lumii de astăzi, Editura Sophia, București, 2011, p. 47)