Palabras de espiritualidad

El amor a Dios no es posible sin el amor al prójimo

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Sabiendo, entonces, hermanos, que con esto nos hacemos agradables a Dios, esforcémonos en hacer todo lo posible por agradar a nuestros hermanos, y no les demos motivos para entristecerse con nosotros, para que nuestra oración sea aceptada por Dios como un sacrificio sin mancha.

Si hay uno que dice que ama a Dios, pero odia a su hermano, es un mentiroso. Porque, quien ama a Dios, también ama a su semejante. Y aquel que no ama a su hermano, tampoco ama a Dios, como dice el Apóstol Juan. Quien entristece a su hermano, entristece también a Dios. Porque dice: “No entristezcáis al Espíritu Santo, con el cual fuisteis marcados”. Y, nuevamente, por amor, dice: “Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis”. Luego, queda demostrado que aquel que alegra a su hermano, a Dios Mismo alegra también.

Sabiendo, entonces, hermanos, que con esto nos hacemos agradables a Dios, esforcémonos en hacer todo lo posible por agradar a nuestros hermanos, y no les demos motivos para entristecerse con nosotros, para que nuestra oración sea aceptada por Dios como un sacrificio sin mancha.

Porque, ¿qué pasa si uno ora por ti, en tanto que otro te maldice? Acordémonos de aquellas palabras: “Si uno edifica y otro destruye, ¿cuál es la ganancia, sino solamente un esfuerzo vano?”. Así pues, ¿quién atenderá la oración de aquel que ayuna y renuncia a su pecado, pero al poco tiempo vuelve a caer en la misma falta? Dice también: “No trames cosas malas contra tu hermano, sabiendo que él confía en ti, porque solamente la boca de los necios se convierte en torre de burla, en tanto que los labios del sabio están bien resguardados”. Entonces, “el que camina en la justicia le teme a Dios, mientras que el que tuerce sus caminos será condenado”. También el profeta Miqueas, suspirando, dice de Israel: “Cada uno induce a su semejante al mal, y en contra suya alza su mano”. Y el Apóstol dice: “Si tu hermano se entristece por causa tuya, es que te falta amor”. Y el Señor dijo: “Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano ‘imbécil’, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame ‘loco’, será reo de la gehena de fuego”. Y dice también: “Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda”.