El amor, el deber y la ley
El amor es independiente de cualquier ley humana y natural, y está más allá de cualquier deber.
Cuando el amor se cansa, el deber lo reemplaza. Cuando el deber se cansa, la ley le sustituye. Mientras la mamá rebosa de amor por su hijo, hace mucho más de lo que le pide el deber o la ley.
Cuando se enfría el amor de la madre por su hijo, ésta se transforma en deber, haciendo menos de lo que haría el amor, pero más de lo que pediría la ley.
Cuando la mamá odia a su hijo, hace sólo lo que la ley le obliga a hacer, es decir, menos de lo que el amor puede y de lo que el deber le pide.
El amor viene de Dios, por medio del alma.
El deber viene del alma, por medio de la mente.
La ley viene de la mente, por medio de las palabras.
El que considera la ley como principio y final de la moral, ése conoce solo la cubierta de los libros sobre moral.
El que considera el deber como principio y final de la moral, ése solamente es capaz de leer las letras del libro sobre moral.
Sin embargo, el que considera el amor comienzo y final de la moral, ése ve, lee y conoce el espíritu y la vida de la moralidad.
Lo mismo sucede con el gran reino del mundo: el que considera las leyes naturales como el principio de las causas del todo, ése conoce sólo la tapa del libro del mundo.
El que considera el alma como la primera causa del mundo, ése ve y lee solamente la portada del libro del mundo.
No obstante, el que considera al Dios vivo como la primera y última causa del mundo, ése ve, lee y conoce el espíritu y la vida del mundo.
El amor es libre de cualquier ley humana y natural y está más allá de cualquier deber.
Desconociendo los requerimientos de la ley, y las enumeraciondes de las deudas, el amor las cumple, incluso las sobrepasa, así como el brillo del sol supera el brillo de las piedras y las estrellas.
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Învățături despre bine și rău, Editura Sophia, București, 2006, pp. 72-73)