El amor es la llave de la fe
El perdón de Dios es perfecto, inmutable e incondicional. Además, obra siempre en Cristo: “Vengan a Mí”: así suena el desbordamiento de amor del Señor.
El perdón de Dios es perfecto, inmutable e incondicional. Además, obra siempre en Cristo: “Vengan a Mí”: así suena el desbordamiento de amor del Señor. El hombre no tiene, en sí, nada más que hacer una sola elección: seguir el llamado o quedarse en su lugar. Así, depende de nosotros reconcilarnos con Dios. Pero sin fe es imposible que lleguemos a alguna parte; sin fe ni siquiera somos conscientes que debemos reconciliarnos con Él.
La fe nos fue dada como una herramienta, o como un sexto sentido, cuya llave es el amor. Tenemos esperanza en eso que amamos, y creemos en eso que esperamos; entonces, podemos elegir entre creer en la “bondad del maligno”, o dirigir nuestro amor —y a partir de éste, nuestra fe— hacia las cosas de Dios. La primera opción significa oscuridad, la segunda, abrirnos a la luz.
(Traducido de: Tito Colliander, Credinţa şi trăirea ortodoxiei, traducere de Părintele Dan Bădulescu, Editura Scara, Bucureşti, 2002, p. 28)