El amor es solo uno e irremplazable
Hay quienes piensan: “Haz el bien para que también otros te lo hagan a ti”, aunque eso no es lo que implica el amor. El amor implica: “Haz el bien, y Dios, viendo ese bien que hiciste, dispondrá lo que sea de provecho para ti”.
Algunos lo entienden, pero otros, no. Ya que el amor no puede ser suplantado, muchos intentan reemplazarlo con lo que no es consistente, y darían lo que fuera para hacer comercio con él. Actualmente, hay muchos que saben cómo desenvolverse en los asuntos de negocios y desearían salvarse también, pero sin amar. Desean llegar al Reino de los Cielos (son suficientemente honrados y sus almas piden algo celestial), pero, tristemente, no pueden renunciar a esos lazos con lo terrenal. Otros desean salvarse, también sin amar, pero pagando. Son generosos, pero pecan constantemente. Tienen dinero y lo dan a la iglesia o a los indigentes. Puede que hasta lloren al ver a alguien sufriendo, pero sin amarlo. Alguien dirá: “Entonces, ¿por qué lloran y por qué lo ayudan?”. Es algo discutible, así que es mejor no generalizar. Puede que alguno llore de alegría por no estar en esa situación, o que llore de dolor por no entender la vida. O puede que llore por sí mismo. ¿Por qué lo ayuda, entonces? Porque desea y acepta que se trata de un negocio: “Haz el bien para que también otros te lo hagan a ti”, aunque eso no es lo que implica el amor. El amor implica: “Haz el bien, y Dios, viendo ese bien que hiciste, dispondrá lo que sea de provecho para ti”. Job hacía el bien, pero recibió solamente cosas malas, aunque, al final de sus sufrimientos, obtuvo una recompensa. Todo lo que había perdido, lo ganó otra vez, e incluso por duplicado; solamente a sus hijos los tuvo una vez.
(Traducido de: Părintele Nicolae Tănase, Soțul ideal, soția ideală, Editura Anastasis, Sibiu, 2011, pp. 56-57)