Palabras de espiritualidad

El amor espiritualizado de la mujer es un tesoro

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El centro de la familia está representado por la mujer. Ella es quien se empapa de amor, con tal de manifestar cada vez una nueva forma del mismo.

El primer propósito de la mujer es el de ser fuente de amor. De hecho, ella camina por la vida siendo portadora de amor. En el amor radica su fuerza principal y el sentido de su existencia, pero no en el amor entendido como manifestación de las funciones reproductivas, sino en el amor como sutil vibración de los más elevados movimientos espirituales. El amor es su instrumento esencial, es su acción creadora. La mujer que irradia un amor espiritualizado es un tesoro espiritual para su propio pueblo.

Sin amor no podrían existir ni la vida conyugal, ni la maternidad, ni la paternidad, ni una familia verdadera, ni hermanos verdaderos, ni hermanas verdaderas. Sin amor, todo carece de sentido, todo está muerto. Quien quiera fundar una familia, sin amor, está destruyendo desde el inicio su misma esencia. Es como quitarle el alma al cuerpo, es profanar lo sacro... y todo lo que construya será frágil y vulgar, haciendo que todo en su vida sea engaño y autoengaño, desde el principio hasta el fin.

El centro de la familia está representado por la mujer. Ella es quien se empapa de amor, con tal de manifestar cada vez una nueva forma del mismo. De ella brotan las ondas del amor. Ya desde niña, alegra a sus padres, a sus hermanos y a sus hermanas con la ternura de sus sentimientos para con los demás. (…)

Ella es quien cuida del tejido espiritual de la Patria con toda la diversidad de sus tradiciones, y lo teje aún más lejos, para hacerlo herencia y enseñanza de sus hijas, y modelo para sus hijos. Se acerca a su fin una nación en la que el amor femenino casto se seca o desaparece. Y de una tumba de cenizas renacerá el pueblo en el que la mujer permanezca fiel a su servicio al amor.

(Traducido de: Ivan Ilin, Viața de familie, Editura Sophia, p. 47-48 )