El amor a la oración nos une más a Dios
El alma se acostumbra a lo celestial y pasa fácilmente de esta vida, llena de tormentos y trabajos, a la alegría eterna de los bienaventurados, habiéndose purificado en su paso por este mundo.
Si el alma ama sinceramente la oración, ya no se puede separar de su Padre. Todo el tiempo se mantiene ante Él, siempre se halla en Su presencia, aunque la persona hable con los demás o se encuentre en su lugar de trabajo. El alma se mantiene unida a Él y se mueve en Su presencia, a semejanza de los ángeles y los santos. Es como un anticipo del Reino de los Cielos ya desde este mundo. Con esto, el alma se acostumbra a lo celestial y pasa fácilmente de esta vida, llena de tormentos y trabajos, a la alegría eterna de los bienaventurados, habiéndose purificado en su paso por este mundo.
(Traducido de: Starețul Tadei de la Mănăstirea Vitovnița, Cum îți sunt gândurile așa îți este și viața, Editura Predania, București, 2010, p. 128)